Una puerta y una ventana

Una puerta y una ventana
Casi siempre suelen haber, al menos, dos salidas... y dos entradas

Fines

El proyecto de FUNDACIÓN Buñol Se Vive quiere conseguir, ayudas de personas, empresas, instituciones, profesionales, científicos, pensadores que deseen convertir sueños en realidades, que quieran que Buñol se convierta en un ejemplo de pueblo del siglo XXI, un lugar donde lo humano predomine sobre los demás intereses y sobre todo, ayudar a provocar un cambio que consiga llenar de vida las calles de Buñol, nuestro pueblo. El propósito es generar un cambio de actitud en las instituciones, asociaciones e individuos... cuyo único fin sea el crecimiento y el bienestar las personas.

Los Cielos de Buñol


“Lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en un mundo bárbaro y hostil” Ernesto Sábato.

“Hace mucho tiempo que en las conversaciones de calle, de bar, de barra, de chats e incluso de amigos y grupos hecho de menos la intimidad e incluso la complicidad. Parece que la reflexión o la hondura aburren. He asistido muchas veces a encuentros sociales, reuniones de amigos, encuentros fortuitos... como cualquiera de ustedes imagino y existe un denominador común: La repetición.
-Dijo un hombre.
-Una nube contestó:
Llevo años, siglos, milenios, repitiendo lluvias, tormentas,soportando vientos fríos y asándome con el sol del verano y sus vientos desérticos. Parece que siempre hay un denominador común: La repetición.
-Un árbol que asomaba una rama intervino:
Llevo toda mi vida aquí quieto a merced del viento, de la lluvia, del sol, del rayo, de la tormenta. Unas veces paso sed, otras frío o calor, hasta los fuertes vientos llegan a quebrar algunas de mis ramas. Ocurre cada año y siempre lo mismo: La repetición.”
Dicen que es imposible que nada viva en la naturaleza sin repetir...
Éste es principio del libro que comencé a leer ayer, luego les cuento el final acabo de terminarlo... si me acuerdo claro.
El hábito es el comportamiento repetido de una persona regularmente. Y busco y encuentro para ver si consigo aclararme un poco, el hábito hace al monje o el monje necesita un hábito para serlo. Y me encuentro-no sin antes buscarla- la siguiente frase de Samuel Beckett: “Respirar es un hábito. La vida es un hábito o, mejor dicho, una sucesión de hábitos, ya que un individuo es una sucesión de individuos”. Y otra de San Agustín no menos interesante: “El hábito, si no se resiste, al poco tiempo se vuelve una necesidad”. Y otra sin desperdicio de Edith Wharton: “(...) Otro generador de vejez es el hábito: el mortífero proceso de hacer lo mismo de la misma manera a la misma hora día tras día, primero por negligencia, luego por inclinación, y al final por inercia o cobardía. El hábito es necesario; es el hábito de tener hábitos, de convertir una vereda en camino trillado, lo que una debe combatir incesantemente si quiere continuar viva.” Y un aforismo que no deja indiferente de Elbert Hubbard: “Cultiva solo aquellos hábitos que quisieras que dominaran tu vida”.

Las informaciones de la caja tonta, los comentarios de los medios de comunicación, las redes sociales, los resultados de los partidos de liga, lo que hemos hecho en el trabajo o en el día a día, hasta el tiempo da de sí para encontrar la manera de que los pensamientos, las conversaciones, los saludos, los argumentos políticos, las reivindicaciones, las movilizaciones,... se repitan y repitan y repitan de boca en boca, de pensamiento en pensamiento, de emoción en emoción, y por todo el país y parte del extranjero, como ecos formales carentes de contenidos únicos, pensados, reflexivos, imaginativos... Uno tiene la impresión de que se ha vertebrado una sociedad de loros en vez de personas. Tiene razón sin duda José Luis Sampedro: “No nos enseñan a pensar...” Y cada uno se llena hora a hora, día a día, de repeticiones que llenan el pensamiento hasta el colapso, la parálisis, el estereotipo, el aburrimiento, el hastío, el tedio.

Leí el otro día en alguna parte que el chismorreo es bueno para la salud, parece ser que desahoga, también oí que hacer cosas nuevas o la interacción con nuevas personas son beneficiosas para el aburrimiento existencial, incluso que si dejamos una vez a la semana de hacer las mismas rutinas diarias puede tener dos efectos uno beneficioso, liberador, disfrutable y otro negativo, asfixiante, porque romper las rutinas a muchas personas les conduce al miedo ó al pánico que es peor. Todos estos movimientos vistos desde fuera parecen simples comentarios sin mayor transcendencia, pero si nos internamos en las condiciones de la mente para sentirnos bien la cosa cambia.
La pregunta es: ¿Qué tiene que ver todo esto con la identidad? Mejor, cómo estamos seguros de ser nosotros mismos sin nuestras manías o sin nuestras rutinas... sin esa afilada hoja de afeitar que hiere nuestros adentros reconociéndolos. Tendría pues sentido en este caso que no podríamos evitar tales posturas aún destructivas en pro de un bien mayor: No desmoronarnos al mirarnos al espejo, al dudar si somos lo que sentimos, lo que pensamos o esas muchas contradicciones que van desde la realidad a la fantasía o desde la moral  al deseo.
No tengo ni la menor idea de lo que he querido decir. O sí.
“Llevo más de treinta años fotografiando cielos de Buñol desde distintos puntos, estaciones, días y horas, nunca he conseguido que se repita alguno. ¿Qué falla?

Ardemos entre emociones que habitamos y nuestra pólvora nos prende, hasta que como una nota que solo da la medida nos desbordamos.
Puede que Buñol ya no quiera repetir lo mismo siempre o quizá sea al contrario, quiere seguir repitiendo para no tener que enfrentarse nunca a una mirada honda en el espejo.
Cuando son ambas y a la vez, quizá no todo esté perdido. Podríamos darnos cuenta.

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